Si se encuentra usted cenando en compañía de un hombre que se ha pasado la vida educándose a sí mismo, se levanta usted de la mesa sintiéndose más rico y con la conciencia de que un elevado ideal ha tocado y santificado su vida. ¡Pero qué terrible es sentarse al lado de un hombre que se ha pasado la vida intentando educar a los demás!

El mejor regalo que se le puede hacer a un hijo es respetar su derecho como ser humano a desarrollar su verdadero yo, en vez de esperar que siga pautas familiares o que persiga los sueños incumplidos de sus padres.

Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.

La educación, más que cualquier otro recurso de origen humano, es el gran igualador de las condiciones del hombre, el volante de la maquinaria social.

La responsabilidad de evitar los conflictos incumbe a los hombres políticos; la de establecer una paz duradera, a los educadores.

Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.